FRANCISCO SARABIA
Nació
en la ciudad de Lerdo, Dgo., el día 3 de julio de 1900. Hijo de Francisco
Sarabia y de doña María Tinoco de Sarabia, realizó su educación elemental en su
tierra natal, pasando a la ciudad de El Paso, Texas, en donde realizó sus
estudios de preparatoria en el México State College. Su afición a la mecánica
lo llevó a la Sweeney Automobile School de Kansas City y ya para 1928 estudiaba
en aviación en Chicago, en la Aeronautical School.
Al regresar a México, estuvo un corto tiempo en la Laguna y se fue a Monterrey en donde fundó una escuela de aviación. Trabajo en Michoacán como piloto particular; también en el estado de Tabasco transportando chicle y tabaco de la selva. En el estado de Chiapas estableció la empresa “Transportes Aéreos de Chiapas, S.A.” que tenía una flotilla de 32 naves pequeñas. En los territorios de Baja California estableció una ruta aérea, con el objeto de comunicar aquella apartada región con el interior del país. Influyo en la construcción de 28 campos de aterrizaje de la República y el anhelo del duranguense era ver a su país totalmente comunicado en los lugares más remotos; sostenía la idea de que el acercamiento y entendimiento de los pueblos, depende en gran parte de las vías de comunicación.
Sus planes consistían en realizar viajes de amistad, llevando como bandera la paz entre los países vecinos, con esa filosofía el 2 de diciembre de 1938 realizó un vuelo a México-Los Ángeles-México en 6 hrs. 30 min. El 10 de marzo del mismo año, voló de México a Chetumal en 3 hrs. 31 min. En seguida el 13 de marzo Chetumal-Mérida en 48 min. Después el 21 de marzo Mérida-México en 2 hrs. 49 min. Posteriormente, el 9 de abril de México a Guatemala en 2 hrs. 55 min. En un viaje que hizo a Norteamérica compró un avión “Gee-Bee” al cual puso por nombre: “El Conquistador del Cielo”.
La notable aviadora norteamericana
Amalia Erhart en 1935 había volado entre Nueva York y México en 14 hrs. 19 min.
En 1939 Francisco Sarabia ambicionaba realizar el mismo viaje en menos tiempo.
Con ese propósito, acondicionó a su nave con todo cuidado. El tanque original
del Conquistador del Cielo solamente almacenaba 272 galones. Francisco, experto
en transporte de carga aérea, agregó tanques con capacidad de 128 galones más,
o sea un total de 400 galones, lo que consideraba suficiente para llegar a
Nueva York. Había pronosticado que el vuelo lo haría en 9 hr. El 24 de mayo de
1939 fue la fecha escogida para el histórico viaje.
Del aeropuerto de Balbuena, D.F. Sarabia despegó a las 6 hrs. con 52 min. En su nave “El Conquistador del Cielo”, pasó por Soto la Marina, se internó en el Golfo y entró a los E.U. por Nueva Orleáns. En Montgomery Alabama proporcionaron nuevos reportes que manifestaban el éxito del viaje. La comunicación se interrumpió, ya se temía una desgracia, porque habían pasado las 9 hrs. Anunciadas por el aviador sin tener noticias de él. A las 5 de la tarde en el aeropuerto Floyd Bennet de Nueva York anunciaron que el duranguense se disponía a aterrizar. Para sorpresa de todos, el descenso lo hacía a favor del viento, algo que iba contra lo normal. Ya en tierra, preguntaron a Sarabia el motivo de su arriesgado aterrizaje, y éste contestó: “vean cuánta gasolina me queda”, asombrados, confirmaron que de los 400 galones solamente quedaba uno. Francisco Sarabia Tinoco había alcanzado la distancia México-Nueva York, en 10 hr. 43 min., implantó nuevo record de velocidad.
Del aeropuerto de Balbuena, D.F. Sarabia despegó a las 6 hrs. con 52 min. En su nave “El Conquistador del Cielo”, pasó por Soto la Marina, se internó en el Golfo y entró a los E.U. por Nueva Orleáns. En Montgomery Alabama proporcionaron nuevos reportes que manifestaban el éxito del viaje. La comunicación se interrumpió, ya se temía una desgracia, porque habían pasado las 9 hrs. Anunciadas por el aviador sin tener noticias de él. A las 5 de la tarde en el aeropuerto Floyd Bennet de Nueva York anunciaron que el duranguense se disponía a aterrizar. Para sorpresa de todos, el descenso lo hacía a favor del viento, algo que iba contra lo normal. Ya en tierra, preguntaron a Sarabia el motivo de su arriesgado aterrizaje, y éste contestó: “vean cuánta gasolina me queda”, asombrados, confirmaron que de los 400 galones solamente quedaba uno. Francisco Sarabia Tinoco había alcanzado la distancia México-Nueva York, en 10 hr. 43 min., implantó nuevo record de velocidad.
El piloto lerdense recibió felicitaciones de
los gobiernos norteamericano y mexicano; el coronel Francisco Salinas Carranza,
director de Aeronáutica Militar le envió un mensaje que decía: “La Fuerza Aérea
Militar se enorgullece de su proeza. Quisiéramos contar con usted y conservarlo
para que nos sirva de ejemplo. Leí en el periódico de hoy que todavía no se
quita el polvo del camino y piensa regresar en vuelo directo desde Washington. Este
solo anuncio me causa escalofrío. Siga usted volando con la cabeza y no permita
al corazón intervenir”.
Después de entregar en Washington
una carta al presidente Roosevelt, enviada por el General Lázaro Cárdenas,
Presidente de México, y de recibir muchas felicitaciones y muestras de
admiración y afecto de mexicanos y extranjeros, Sarabia quiso regresar en vuelo
directo a Torreón para darle un abrazo a su madre. A los cuatro minutos de su
despegue, cuando todo parecía salir bien, “El Conquistador del Cielo” se
desplomó precipitándose a las aguas del Río Anacosta, afluente de Potomac, el
día 7 de junio de 1939. Todos los esfuerzos por salvar la vida del atrevido
piloto fueron inútiles. Pereció en el afán de alcanzar la gloria para su
patria.
Sus restos fueron trasladados a México y sepultados en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Las causas del accidente no se conocieron, pero colocaron al gran duranguense en la historia y en el corazón del pueblo que canta su corrido. En la ciudad de Durango, una calle que lleva su nombre. También la escuela primaria rural del Ejido La Joya, municipio de la capital.
En la Ciudad de Lerdo, existe un
museo y un monumento en su memoria. En el recinto de sesiones del Congreso del
Estado, por decreto No. 137, de fecha 30 de mayo de 1969, se inscribió su
nombre como homenaje permanente del pueblo y gobierno a tan notable
duranguense.
Además de las proezas logradas y la
gran labor de creación de rutas aeronáuticas para la comercialización del
chicle en nuestra localidad, también es recordado porque existió un antiguo
aeropuerto que fue construido en los terrenos del aviador, que después de la
muerte de éste, fueron donados al pueblo. En ellos fueron construidas algunas
instituciones de educación, campos deportivos y espacios para diversos
servicios que dan vida a esta colonia petuleña que lleva por nombre “Francisco
Sarabia”